En el trabajo —y en la vida— te vas a enojar.

Te van a pasar cosas que te frustran.

Te vas a sentir traicionado, ignorado o simplemente molesto por un error que alguien cometió.

Y ahí es donde viene una de las lecciones más valiosas que he aprendido con los años:

No tomes decisiones cuando estás enojado.


El enojo tiene fuerza, pero no claridad

Cuando estás molesto, es fácil caer en una reacción agresiva.

Yo aprendí que es mejor esperar.

Y en serio, lo aplico seguido.


¿Qué hago yo?

Me ha funcionado algo muy simple:

Cuando estoy muy molesto, me desconecto.

Me voy a correr, me pongo a cantar, me duermo, dejo que pase el día.

Si es viernes, dejo que pase el fin de semana.