A los que estamos metidos en el mundo de la tecnología, y en especial en Inteligencia Artificial, nos pasa algo seguido:

Nos preguntamos qué les va a tocar vivir a nuestros hijos.

Vemos lo que está pasando cada semana:

Un nuevo modelo de lenguaje.

Un nuevo avance.

Más razonamiento, más memoria, capacidades multimodales, videos generados por IA que parecen reales, imágenes que ya no sabes si son falsas o no…

Y todo avanza tan rápido que asusta.

Literalmente.


¿Qué les va a tocar vivir?

Es una duda bien común.

Y la verdad, si somos honestos:

Les va a tocar un futuro difícil. Un futuro exageradamente exigente.

Y claro, escuchamos todo el tiempo:

“Nuestros hijos tienen que ser expertos en IA.”

“Deben saber usar ChatGPT, Claude, Gemini…”

“Tienen que aprender a programar, a trabajar con datos…”

Y sí, todo eso tiene sentido.

Pero no es todo.


La habilidad que más va a importar

Estoy convencido de que, además de entender la tecnología, lo que realmente va a marcar la diferencia es algo que cada vez veo más ausente: